Quiero, de una forma asombrosa, a mi familia.
Tenía que decirlo.
No sé con quién hablaba el otro día sobre este tema. ¿Quizá
con María, Grande de Castilla? Ni idea. Recuerdo que dijo una frase tipo “Ya sé
que hablo mucho de mi familia, pero es que me alegro mucho de tenerlos”. O algo
como “no todos tenemos esa suerte”.
De verdad que no lo recuerdo. Es muy posible que la
conversación en sí se mezcle con los pensamientos que me suscitó y las
sensaciones que me produjo.
No sé si los que me leéis tenéis una gran familia. No sé si
os lleváis bien con ellos. No sé si le dais la misma importancia que yo a la
palabra “familia”.
Para mi es algo más que esas personas que te tocan en el
sorteo. Son tu padre y tu madre, tus abuelos y abuelas, tus primos y primas,
tíos y tías, nietos y sobrinos, “novios de” y “novias de”. Incluso las
mascotas: gatos, perros, tortugas… Son todos ellos y mucho más. Son amor. Simple
y llanamente. Amor puro y natural. Porque sí, sin explicaciones.
Evidentemente hay enfados, riñas y discusiones pero el
vínculo es tan fuerte que somos capaces de pasar por encima de ellos, de superarlos,
y sentirnos por eso más unidos.
Soy consciente de que
no tengo una familia normal. Somos muchos (y cuando digo muchos quiero decir
muchos) y cada vez más. Y nos gusta compartir momentos, comida y merengues.
Somos brujas y brujos. Somos especiales.
Todo esto ha venido porque, como sabéis, es el Día de la
Madre. El oficial y el que todo el mundo celebra. Yo soy partidaria de
celebrarlo todos los días, aunque no esté establecido en el calendario. Pero hoy
ha sido especial porque hemos hecho eso que nos gusta tanto hacer (aparte de
comer): estar juntos.
Todo esto ha venido porque os quiero. Sé que no os lo digo
mucho, porque a mi esas cosas no me salen fácilmente, pero intento
demostrároslo cada vez que os veo. Porque sin vosotros no soy yo. Porque
lo único que me da miedo de verdad es
que pase el tiempo y todo esto que tenemos se pierda, porque seamos demasiados,
porque nos cansemos… Sea cual sea el motivo, le tengo pánico a la idea de
perderos.
Ahora mismo, después de este fabuloso día, sinceramente, soy feliz. Estoy orgullosa de
todos y cada uno de los miembros de mi familia. Recuperemos uno de esos verbos
ya en desuso: henchir. ¿Cómo una palabra puede significar tanto? ¿Cómo puede
explicar tanto? Estoy henchida, llena, reboso felicidad y alegría, de esa que
te hace hasta llorar. Estoy agradecida, muy desde el fondo de mi corazón, con
quien sea que decidiese ponerme donde estoy.
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Hace mucho tiempo. Sólo una pequeña parte de los que somos ahora. Y más que seremos. (Siento el flash en el tío Pato) |