domingo, 6 de mayo de 2012

Tenía que decirlo


Quiero, de una forma asombrosa, a mi familia.

Tenía que decirlo.

No sé con quién hablaba el otro día sobre este tema. ¿Quizá con María, Grande de Castilla? Ni idea. Recuerdo que dijo una frase tipo “Ya sé que hablo mucho de mi familia, pero es que me alegro mucho de tenerlos”. O algo como “no todos tenemos esa suerte”.
De verdad que no lo recuerdo. Es muy posible que la conversación en sí se mezcle con los pensamientos que me suscitó y las sensaciones que me produjo.

No sé si los que me leéis tenéis una gran familia. No sé si os lleváis bien con ellos. No sé si le dais la misma importancia que yo a la palabra “familia”.
Para mi es algo más que esas personas que te tocan en el sorteo. Son tu padre y tu madre, tus abuelos y abuelas, tus primos y primas, tíos y tías, nietos y sobrinos, “novios de” y “novias de”. Incluso las mascotas: gatos, perros, tortugas… Son todos ellos y mucho más. Son amor. Simple y llanamente. Amor puro y natural. Porque sí, sin explicaciones.

Evidentemente hay enfados, riñas y discusiones pero el vínculo es tan fuerte que somos capaces de pasar por encima de ellos, de superarlos, y sentirnos por eso más unidos.
Soy  consciente de que no tengo una familia normal. Somos muchos (y cuando digo muchos quiero decir muchos) y cada vez más. Y nos gusta compartir momentos, comida y merengues. Somos brujas y brujos. Somos especiales.

Todo esto ha venido porque, como sabéis, es el Día de la Madre. El oficial y el que todo el mundo celebra. Yo soy partidaria de celebrarlo todos los días, aunque no esté establecido en el calendario. Pero hoy ha sido especial porque hemos hecho eso que nos gusta tanto hacer (aparte de comer): estar juntos.
Todo esto ha venido porque os quiero. Sé que no os lo digo mucho, porque a mi esas cosas no me salen fácilmente, pero intento demostrároslo cada vez que os veo. Porque sin vosotros no soy yo. Porque lo  único que me da miedo de verdad es que pase el tiempo y todo esto que tenemos se pierda, porque seamos demasiados, porque nos cansemos… Sea cual sea el motivo, le tengo pánico a la idea de perderos.

Ahora mismo, después de este fabuloso día, sinceramente, soy feliz. Estoy orgullosa de todos y cada uno de los miembros de mi familia. Recuperemos uno de esos verbos ya en desuso: henchir. ¿Cómo una palabra puede significar tanto? ¿Cómo puede explicar tanto? Estoy henchida, llena, reboso felicidad y alegría, de esa que te hace hasta llorar. Estoy agradecida, muy desde el fondo de mi corazón, con quien sea que decidiese ponerme donde estoy.  

Hace mucho tiempo. Sólo una pequeña parte de los que somos ahora. Y más que seremos. (Siento el flash en el tío Pato)