martes, 24 de abril de 2012

Fragmentos de mi prehistoria.

Lo sé. Hace un mes y dos días que no escribo. Ya os avisé de que escribiría conforme me apeteciese. Y hoy me apetece contaros una historia.
Primero: la banda sonora 

(patrocinado por Raül el Sabio, consejero de la Corte)

Es una historia cortita. Quizá no os guste. Quizá no la entendáis, pero intentaré haceros sentir lo que siento yo cuando la oigo. Pido perdón, de antemano, por si no lo consigo y porque no es una historia lineal, ni con una estructura concreta. Son fragmentos. Fragmentos de un día, quizá dos o tres. A lo sumo cuatro. Y siempre que los he escuchado ha sido de forma incoherente y mezclados. Haré lo que pueda.


PARTE I

Todo empieza un 29 de diciembre de 1984. Hace una eternidad. Una pareja se casaba. Unos amigos les felicitaban. Llevaban años saliendo.
No fue una declaración de película. No fue una petición de matrimonio romántica, ni de libro. Fue la opción más natural. El paso siguiente y la decisión más acertada. Se querían y se quieren.

Se conocieron por casualidad. Una hermana de ella se fue de viaje y le conoció a él, en otro momento, en otra ciudad. El destino quiso que el trabajo le trajera a Valencia. Aprovechando, la amiga (y hermana) le ayudó a instalarse. Se hicieron amigos.

La casualidad, y un padre bastante protector, quiso que “salir con unos amigos” se convirtiese para ella en “salir con unos amigos de tu hermana mayor”. Se conocieron. Pasó el tiempo. Él se le declaró en una playa. Idílico.

Ella le dijo que no. Pero surgió ese “y si…” que no nos deja vivir. Una segunda declaración y la espera valió la pena.


PARTE II

24 de abril de 1990. Dos amigos hablando:

- ¡Felicidades! ¡Enhorabuena!
- Gracias, gracias. Estoy que no me lo creo.
- ¿Qué ha sido? ¿Niño o niña?
- Niño, niño.

Meses después…

- ¿Qué tal tu mujer?
- Estupenda. Está embarazada, ¿sabes?
- ¿Sí? ¡Enhorabuena! ¿Te imaginas que nace el mismo día que mi hijo?
-Sí, hombre… Sería demasiada casualidad.
-¿Qué apostamos?


PARTE III

Tiene cita con el médico para mañana. No van a avisar a nadie, que se preocupan demasiado. Él no irá a trabajar. Ella todavía no lo tiene asimilado.

Es 23 de abril de 1991. Cenaron espárragos con unos amigos, recordando en secreto una vieja apuesta.


PARTE IV

Teléfonos sonando. Familiares y amigos preocupados. ¿Dónde están? ¿Les habrá pasado algo? ¿Y si han tenido algún problema con el embarazo? ¿Por qué él no ha venido a trabajar? ¡¿Quién sabe algo?!

Laura. Patricia. Dos opciones y ningún nombre era lo suficientemente bueno.
La Ruleta de la Suerte (paradojas de la vida) decidió por ellos: Gemma. Se llamaría Gemma.

Cesárea. Una madre que despierta y ve “una bolita rosa con mucho pelo”. Llora de alegría. Un marido orgulloso y asustado que regala a su mujer un collar que ella aún no se ha quitado.

Todos tranquilos. Ha sido niña. Ha nacido el 24 de abril de 1991. Un padre ha perdido una apuesta, pero su hija por fin ha llegado y por ella pagaría todas las apuestas del mundo.