No
me gusta que salga el Sol en los días tristes.
Es como si el cielo se riese de
nosotros. La luz, el calor, los sonidos de la gente disfrutando en la calle,
los árboles más verdes, las odiosas palomas que hoy parecen de postal se están
riendo de ti, que estás viviendo en el lado frío, en las sombras. Días en los
que te dedicas a pensar en ti, sobre ti y sobre lo que te afecta por algo que
ha pasado y que es relativamente externo. Y el mundo sigue, y no sólo sigue,
sino que sigue feliz, alegre, contento, brillante y luminoso. Y tú no puedes
alcanzar esa luz. Entonces te preguntas cómo es posible que las cosas malas se
cuelen de forma tan rápida hasta tu interior y te dejen en ese estado de apatía
y en cambio las cosas buenas, los días luminosos, te generen esta inestabilidad
pero no lleguen a inundarte por dentro. Es como si te enseñaran lo bueno del
mundo, lo bueno e inalcanzable.
Pablo
ha muerto. ¿Por qué? María siempre dice: “¿Por qué le pasan cosas malas a la
gente buena?”. ¿Por qué? No lo entiendo. ¿Qué le pasó? ¿Qué le provocó ese
infarto? ¿Por qué no había nadie con él? ¿Por qué no le pudo pasar a otra
persona? No a alguien que se lo merezca, porque nadie se lo merece, pero ¿por
qué no a alguien que haya vivido más? ¿Alguien que haya tenido tiempo para dar
todo lo que puede dar? ¿Alguien que haya tenido tiempo para recibir todo el
cariño, la alegría, el amor, los agradecimientos,…todo lo que pueda recibir?
Y
no es que conociese mucho a Pablo. Vino de apoyo a Miguel a la parroquia hace…6
meses como mucho. Y no he estado mucho con él, sólo en alguna reunión, alguna
conversación en la calle, o alguna eucaristía en convivencias. Pero es, era,
una persona que dejaba huella. Era un cura joven, 38 años según Patri, con
muchísima formación teológica. Un cura nuevo, joven que viene a una parroquia
enorme que tiene un grupo de jóvenes un tanto…particular. Podría haber llegado
y quedar a la sombra de Miguel. Podría haberse quedado con sus ideas
preconcevidas y rechazar toda nuestra forma de pensar, un tanto “divergente”
para lo que es habitual. Podría haberse negado a escucharnos, no participar de
nuestra vida como grupo, y tratar de convencernos de que algunas cosas que
pensamos son inconcebibles. Pero no. Llegó y tuvo que ser simpático,
participativo, abierto, interesado, amable, educado, siempre con una sonrisa en
la cara, con una mano sobre tu hombro y un brazo en tu espalda, siempre
apoyando, siempre escuchando, siempre atendiendo al menor síntoma de debilidad
para sostenerte. Tuvo que llegar e intentar aprenderse el nombre de todos los
niños de la parroquia. Quizá es una tontería, pero es un detalle que no hace
cualquiera.
Y
eso que no lo conozco, conocía, mucho. Pero cada vez que te lo cruzabas, que estabas
con él, te miraba con unos ojos que te decían: “te escucho, te entiendo, te ayudaré”.
Gente así hace falta en el mundo. Gente desinteresada. Gente buena. ¿Por qué le
pasan cosas malas a la gente buena?
Quizá
el día tan luminoso que ha salido no sea porque el mundo se ría de nosotros.
Quizá es Pablo, que ayer cuando subió, decidió tener un detalle y le dijo a
Dios: “Va, tío, cúrrate un día bonito, para que se acuerden de que todo es luz,
de que todo se va a arreglar”.
Quizá.
Esta
es mi forma particular de despedirme de ti. Tenía cosas que decirte, que
estaban esperando a un momento más idóneo, pero las pensaré muy fuerte, a ver
si te llegan.
Muchísimas
gracias, Pablo.
Hasta
luego, cuídate y cuídanos.
brutal.....Gemma, solo una cosa que ya sabes....con mayusculas.....TE QUIERO
ResponderEliminarmª elena
algo mas, pienso que no solo le ocurren cosas malas a la gente buena, es que los buen@s estais rodeados de person@s buenas, lo que os mereceis.....
una cosa fuera de contexto, me encanta el puntero de cookie :)
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